“No se puede despistar al destino”

Eso confirma la trayectoria profesional de Salomé López, el alma de esta firma. Cuando todas las niñas jugaban con muñecas ella lo hacía con el velo de novia de su madre y unos zapatos rojos de tacón. Con el velo improvisaba todo tipo de modelos a los que siempre acompañaba de aquellos zapatos…

Cuando hubo que decidir qué estudiar hizo lo que tocaba: “algo en lo que tuviera un futuro asegurado”. Pero el velo y sus zapatos rojos seguían rondando sus noches. A ella lo que le gustaba era diseñar zapatos. “No vender zapatos (matiza), sino hablar con una clienta, intuir qué quiere, asesorarla y hacerle de manera exclusiva y artesanal eso que ella precisa”.

En 2008 el destino decidió que había llegado el momento. Lo dejó todo y en plena crisis dio el paso: montó su tienda y aprendió de estudios de mercado, de ventas, de impuestos, de escaparatismo, de balances económicos…

Durante años sorteó todo tipo de dificultades y el negocio arrancó y… ¡funcionó!

Ahora, con más de diez años de experiencia a sus espaldas, Salomé López evoluciona su marca. Y lo hace, como siempre, con su metro, su lápiz y su cuaderno a cuestas. Cargada de grandes dosis de ilusión y nuevos diseños en una cabeza que no para nunca.

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